MINERÍA QUE SI CONSTRUYE

Minería que sí construye
Domingo, 11 de diciembre de 2011 | 5:00 am

Hospital. En la provincia de Espinar, en el Cusco, el aporte de Xrata Tintaya permitió construir este hospital.
Un escenario de conflicto alrededor de un proyecto minero no tiene por qué ser siempre el tipo de relación entre la minería y la comunidad. Hay también casos innovadores de buenas prácticas sociales y ambientales que a menudo quedan opacadas por las protestas. Aquí algunas de esas experiencias.
La comunidad campesina de Ollachea, en la provincia de Carabaya, Puno, ha logrado lo que podríamos considerar la negociación más provechosa con una empresa minera. Han pasado de ser comuneros, propietarios de las tierras donde se encuentra un importante yacimiento de oro, a ser accionistas del proyecto minero Ollachea, de propiedad de la empresa minera IRL Limited. La comunidad campesina tiene una participación del 5% en el proyecto.
Los beneficios de la explotación minera llegarán a las manos de los comuneros cuando se inicien las operaciones de la mina, previstas para el 2014. Ese año la comunidad campesina recibirá el 5% de las utilidades en su condición de socia. Este acuerdo es realmente innovador en la historia de la minería peruana porque sustituyó los proyectos de inversión social para incorporar a la comunidad como socia estratégica.
Pero no es el único proyecto minero con prácticas dignas de emular. La Compañía Minera Milpo fue premiada por la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE) porque planea usar agua de mar tratada en todas sus operaciones mineras y metalúrgicas en la mina Cerro Lindo, de Chincha. Este proyecto convierte a Milpo en la primera empresa que utilizará agua desalinizada, iniciativa sin duda importante en un contexto en el que el uso del agua dulce es motivo de conflicto en otros proyectos mineros.
El caso de la empresa Xtrata Tintaya es también destacable. Desde el 2003 entrega el 3% de sus utilidades para obras en la provincia de Espinar, en el Cusco. Hasta el 2010 entregó 140 millones de soles para ejecutar 633 proyectos, entre los cuales está la construcción de un hospital. Este acuerdo, sin embargo, no está exento de reclamos. El Frente Único de Defensa de los Intereses de Espinar la denunció por contaminación ambiental y reclama un aumento de su aporte.
Desde el 2007 la empresa minera Antamina tiene un fondo social que ha permitido una inversión de 269 millones de soles en la región de Áncash. Una de sus experiencias más destacadas es el programa que permitió reducir la desnutrición infantil en 800 comunidades.
El proyecto La Granja, de la empresa minera Río Tinto, en Cajamarca, tiene también un fondo social cuyo manejo está en manos de un directorio en el que participan la municipalidad y la comunidad. Ha impulsado la formación de empresas comunales que le dan servicios a la empresa minera y mantiene una relación de cooperación con las comunidades vecinas. Pero tampoco es ajena a las críticas por contaminación del agua.
Más acuerdos que conflictos
José López Follegati, experto en gestionar la resolución de conflictos mineros, explica que estos casos son una muestra de que también existe una minería que mantiene una relación distinta con la comunidad. En la actualidad, sostiene el especialista, hay 250 proyectos que están en ejecución, de los cuales el 65% funciona en orden luego de haber llegado a acuerdos fructíferos con la comunidad. Solo un 5% expresaría una negativa total al proyecto.
“La mayoría de las comunidades no es que rechace la minería en sus tierras; la mayoría lo que está buscando es negociar para conseguir mejores beneficios, pero lo que lamentablemente más llama la atención son los conflictos socio ambientales”, señala López Follegati.